¿Por qué el bien se agacha ante el mal?
¿Será que el bien es cobarde? ¿O es que se ha vuelto cómodo? En el caso del Valle de los Caídos, lo que está ocurriendo es simple y triste: el bien no es que haya perdido la guerra, es que ya ni pelea. Se arrodilla. Agacha la cabeza. Mira a otro lado mientras el PSOE profana tumbas, reescribe la historia a su antojo y convierte un lugar de reconciliación en un campo de batalla ideológica con los huesos de los muertos como munición.