Orden, autoridad y respeto: las tres cosas que Franco impuso y hoy brillan por su ausencia
Hay una verdad que muchos callan por miedo a ser etiquetados, y es esta: en tiempos de Franco, podías andar tranquilo por la calle. De noche. Solo. Por barrios donde hoy no se te ocurriría pisar sin mirar atrás cada cinco segundos. ¿Por qué? Porque había autoridad. Había ley. Y había respeto. No el respeto de boquilla que exigen los políticos progres mientras revientan la convivencia con su dejadez, sino el respeto real, el que impone la certeza de que, si haces el cafre, pagas.
