Cuando el hambre se convierte en propaganda
Hay artículos que no nacen para contar la historia, sino para fabricar un relato. ElDiario.es acaba de sacar una pieza titulada con esa prosa de tragedia barata: “Antes un pueblo hambriento que un régimen humillado: cómo Franco mató de inanición a miles de personas”. El titular ya lo dice todo: no estamos ante periodismo, sino ante panfleto.
El problema no es que se investigue la posguerra ni que se hablen de las penurias de los años cuarenta. Nadie con dos dedos de frente niega que aquellos fueron años de hambre, cartillas de racionamiento y enfermedades. Lo que chirría es el intento de reducirlo todo a un único culpable, como si la complejidad de la posguerra española cupiera en un eslogan de pancarta.
El artículo maneja cifras a boleo, sin apenas matiz. Habla de “200.000 muertos por hambre” con la alegría con la que un tertuliano lanza titulares. ¿Fuentes? Un par de historiadores afines al discurso que quieren vender, sin mencionar las corrientes académicas que discrepan. Porque sí, existen estudios que contextualizan aquel hambre dentro de una Europa devastada por la guerra, con hambrunas en Grecia, Alemania, Polonia y hasta en la propia Inglaterra con su racionamiento severo. Pero esa parte no interesa: aquí se trata de demonizar, no de explicar.
Se omite deliberadamente que España salía de una guerra civil sangrienta, con el campo arrasado, la infraestructura agrícola destruida y una comunidad internacional que aplicaba bloqueos y aislamiento a todo lo que sonara a franquismo. Que la autarquía fue un desastre, por supuesto. Que el régimen utilizó la cartilla como instrumento de control, también. Pero convertir eso en una especie de plan maquiavélico para “matar de hambre a los vencidos” es tan grotesco como irresponsable.
Además, el tono del artículo se recrea en lo emocional: niños hambrientos, jornaleros famélicos, poemas desgarrados. Todo muy cinematográfico. Pero ni una sola línea sobre las políticas de socorro, las importaciones a contrarreloj cuando se pudo, ni el papel de organismos internacionales que tardaron años en reconocer a España. La historia contada a medias deja de ser historia para convertirse en propaganda.
Lo más llamativo es la ausencia de comparación. Si se habla de hambrunas, hablemos de todas. Si se habla de represión, comparemos cifras y métodos. Si se habla de muertos por inanición, expliquemos por qué en la Europa de posguerra hubo millones en la misma situación. Pero no, lo que toca es usar el hambre como arma arrojadiza y seguir alimentando la caricatura de un país reducido al blanco y negro de “buenos vencidos” y “malos vencedores”.
En definitiva, el artículo no busca comprender, sino condenar. No busca estudiar, sino señalar. Y sobre todo, no busca memoria, sino desmemoria: arrancar cualquier contexto incómodo para que la foto quede perfecta para el lector indignado. La Plataforma 2025 seguirá recordando que la historia no se escribe con titulares incendiarios, sino con documentos, análisis y, sobre todo, respeto a la verdad completa, no a la media verdad que tanto se estila en algunos medios.