El Congreso de los Diputados será un circo (ahora de forma literal)

Parece una broma, pero no. El Congreso de los Diputados ha decidido que la mejor manera de conmemorar los 50 años sin Franco es con un número circense.

Sí, sí, literalmente. Actores dramatizando discursos de la Transición, una pianista tocando y una acróbata dando volteretas por el aire. Porque claro, si algo faltaba en el Congreso era una puñetera acróbata. Bastante circo hacen ya de normal, pero ahora lo oficializan.

El invento se llama Memoria en escena y lo van a representar justo ahí, en el altar sagrado de la democracia, ese lugar donde se habla mucho, se hace poco y se cobra mucho más.

Dicen que dramatizarán discursos de Tierno Galván, Carrillo y Roca. Vamos, los hits de la Transición. Y entre palabra y palabra, la pianista tocará algo sensible mientras la acróbata gira por los aires. Sublime. Si eso no es la metáfora perfecta de la política española, yo ya no sé qué lo es.

Porque, al final, lo nuestro no es legislar: es entretener. Y en eso son expertos.
Lo de convertir la memoria histórica en espectáculo no es nuevo, pero hacerlo dentro del Congreso ya es de traca.

No podían contentarse con un acto sobrio, un homenaje o una simple reflexión. No. Había que montar un show. Con focos, música y saltitos. Somos el único país donde puedes pasar de un pleno a un cabaret sin salir del edificio.

Yo me imagino a la acróbata colgando del techo del hemiciclo mientras los diputados la miran con la misma cara con la que aprueban sus dietas: emoción fingida y sueño profundo.

Porque si el “circo político” era una metáfora, ahora es una categoría artística.

Y claro, mientras todos aplauden el numerito, nadie habla del coste, ni del sentido, ni de lo grotesco que resulta ver el hemiciclo convertido en pista de trapecistas.

Pero bueno, para qué sorprenderse: si llevan años haciendo equilibrios ideológicos, saltos mortales dialécticos y escapismo fiscal, ¿por qué no un poco de contorsionismo literal?

Así que nada, enhorabuena al Congreso.

No hacía falta contratar a una acróbata: con mirar una sesión de control bastaba. Ahí ya tienes payasos, domadores, funambulistas y hasta magos que hacen desaparecer responsabilidades. El Congreso no necesitaba un circo. Es un circo. Solo que ahora lo reconocen… y le ponen música de piano.

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