El escape room de Franco… ¿para cuándo?

Hace meses que nos prometieron la atracción estrella del año: el escape room de Franco. Con titulares grandilocuentes nos aseguraban que iba a ser una experiencia “pedagógica”, “interactiva” y “memorable”. Y aquí seguimos, esperando. Mucho humo, mucho anuncio y, del estreno, ni rastro. Igual con toda la mierda que tienen encima, entre escándalos de corrupción, pactos de pasillo y crisis que no saben cómo tapar, se les ha olvidado el tema.

Porque esa es la jugada de siempre: cuando la cosa huele mal, se inventan un circo. Antes eran exposiciones, ahora son escape rooms. Como si el pueblo necesitara buscar cartillas de racionamiento bajo una mesa para “entender” la historia. Tonterías para distraer al personal mientras ellos se llenan los bolsillos y se ríen en nuestra cara.

Y es que el nivel de desvergüenza roza lo grotesco. Nos hablan de candados y enigmas para escapar del franquismo, mientras cada semana nos desayunamos con un nuevo caso de enchufismo, malversación o financiación opaca. Los ministros viajan en business, los asesores proliferan como setas, los contratos se reparten a dedo, y nosotros, los ciudadanos, tenemos que tragarnos el teatrillo del escape room. Pan y circo versión low cost.

Lo más sangrante es que venden esta payasada como “memoria histórica”. ¿En serio? ¿Memoria con linternitas ultravioletas y candaditos de juguete? La memoria se hace con documentos, con debate riguroso, con respeto a la verdad completa. No con un show ambulante digno de feria de pueblo.

Mientras tanto, la inflación sigue apretando, los servicios públicos se caen a pedazos y la corrupción campea a sus anchas. Pero tranquilos, que pronto tendremos nuestro escape room para escapar un rato de la realidad. Esa sí que es una buena metáfora: ellos montan un espectáculo vacío para que no pensemos en lo que de verdad importa.

En resumen: el escape room de Franco no es un acto cultural, es un acto de propaganda y distracción. Y lo peor es que ni siquiera les da para organizarlo a tiempo. El único misterio por resolver es si algún día veremos abierto ese invento… o si, como tantos otros proyectos de este Gobierno, quedará enterrado bajo la montaña de corrupción y chapuzas que ya no caben en la alfombra.

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