Franco y los jóvenes. Por Francisco Torres
ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL ESPAÑOL DIGITAL
Un día a alguien se le ocurrió poner en X (antes twiter): «Con Franco no te robaban el móvil». Se convirtió en trending topic.
A partir de ahí una retahíla de ingeniosos epígonos: «Con Franco podías dejar el coche abierto y no te robaban ni el coche ni el radiocasete». Frases que encerraban una gran verdad: recuerdo que de niño, en la playa, podías dejar la bici en la puerta sin candado, irte a dormir y al día siguiente ahí continuaba la bicicleta.
Hace unos días, Carlota, una twietera (ahora de X), escribía: «Me levanto por la mañana y Franco es trending topic, no sé si volverme a dormir». En diciembre la Sexta, que en realidad debiera llamarse la Secta, ejemplo de la desinformación felpuda al servicio de la izquierda (con el corazón «partio» entre Sánchez y Yolanda-Podemos), clamaba escandalizada: «Franco vive en las redes y triunfa en las redes».
No solo ellos, también están de los nervios profesores de todo estatus que se topan con un «¡Viva Franco! cuando menos se lo esperan. Andan alarmados, pese al habitual adoctrinamiento progre, por lo que llaman la radicalización extremista de los jóvenes (si eres de izquierda radical es chupiguay para estos mismos profesores). Y se lamentan de una realidad que les crispa: tener una visión positiva de Franco es entre los jóvenes moderno y contracultural y ellos son los antiguos, decadentes y viejunos. ¡Insoportable!
A partir de ahí tenemos un amplio conjunto de explicaciones tontas, con ínfulas de respaldo académico, de expertos en sociología/filosofía o historiadores, que desarbolados tratan de cauterizar la herida. Especialmente cuando lo achacan al desconocimiento. Y lo hacen quienes desde sus «púlpitos laicos» llevan 40 años poniendo a don Francisco a bajar de un burro. Sin embargo, lo que acontece viene a ser justo lo contrario: la apertura al conocimiento.
Los que se rasgan las vestiduras, los que hablan del desconocimiento de la realidad del franquismo (Estado de las Leyes Fundamentales) y de la pervivencia de los mitos de Franco entre los jóvenes, llevan décadas difundiendo su «verdad» sobre el afamado Caudillo; dictando una versión oficial, progre, izquierdista, desde las cátedras universitarias o desde las pizarras de instituto, con el concurso de literatos y periodistas, sin obviar a los charlatanes varios o al club cinematográfico de la ceja… y resulta que su versión no cuela entre sectores cada vez más amplios en los últimos años. Ahora se enfrentan al «mi abuela dice…» y a la propia experiencia vital familiar que habla de otro Franco. Antes lo que proliferaba era el silencio y guardarse las opiniones, ahora el me importa un pito decir esto que además fastidia a los rojillos.
Llevamos sufriendo, desde los infaustos tiempos de Zapatero, que animaba a los nuevos jóvenes rojos, las leyes de memoria que aspiran a establecer la «verdad oficial», el relato falsario de la izquierda. Ese que busca situarlos en la posición de la altura moral que han publicitado durante décadas y de la que se están sacudiendo millones de españoles (entre ellos, por cierto, no está la clase política del PP que se pasó cautiva y desarmada a la versión del adversario en tiempos de Aznar).
¿Cómo es posible que, con la orgía de propaganda, con los instrumentos de manipulación masiva -RTVE- al frente, sea cada vez más extensa la opinión favorable de los jóvenes con respecto a Franco?
Leía hace unos días, creo recordar que en el diario El Mundo, una columna que hacía referencia a lo acontecido cuando se comenzaba a preguntar a unos jóvenes de vacaciones sobre el Generalísimo. Se mostraba alarmado el autor porque las calificaciones dadas a Franco eran muy altas entre esos jóvenes y los razonamientos de las mismas.
No se trata aquí de elaborar teorías con pretensiones, ni de creer que no hay otros jóvenes con opiniones negativas, pero la realidad que todos constatan es que crece el número de los que ven elementos positivos en Franco, si se quieren interpretar así.
Lo que sí parece real es que los rebeldes cambian de bando. Rodríguez Zapatero alentó a los jóvenes rojos y a los nietos reivindicadores de la memoria. Ahora parece que son otros nietos o biznietos los que dicen: un momento.
Durante décadas se ha producido en España la oclusión de las otras víctimas, algo necesario para sostener la verdad oficial de «buenos y malos». Estas quedaron en la memoria familiar, una memoria incómoda para no pocos de sus deudos hace veinte años, pero que ahora emerge a través de los canales alternativos de información. En los medios, como en TVE, se exalta a las «víctimas de Franco», pero se minimizan, cuando no se las reduce a la categoría de desparecidos, a las otras víctimas.
En las leyes de memoria, incrementando la lista de causas por las que los herederos podrían considerarse víctimas de Franco, se busca presentar una cifra global que apoye su tesis. Pero ¿qué sucedería si se aplicara el mismo criterio a las otras posibles víctimas? ¿A cuánto ascendería el guarismo?
Y eso es lo que están descubriendo no pocos jóvenes. Las cosas que no le explican en clase y que cuando preguntan ponen en aprietos a sus profesores (da igual que de instituto o universitarios): ¿es verdad que el PSOE, el PCE o los a anarquistas tenían checas en las que se torturaba y mataba? ¿es verdad que en Paracuellos del Jarama se asesinaron a miles de personas y no a unos cientos como dice mi libro? ¿Es cierto que en la zona republicana se asesinaron a miles de sacerdotes y religiosos? ¿los republicanos no destruyeron miles de obras de arte y centenas de templos? ¿es verdad que los socialistas se llevaron joyas, obras de arte y dinero robado a México en un barco? ¿Franco no hizo la Seguridad Social y los pantanos? ¿con Franco se podía uno comprar un piso y pagarlo con poco esfuerzo? ¿no es verdad que los maquis asesinaron mucho después de acabada la guerra a un millar de personas?….
Es normal que algunos empiecen a reivindicar a esas otras víctimas, los entre 60.000 y 80.000 asesinados o ejecutados en la zona frentepopulista, entre las que habría que contabilizar además las decenas de miles que sufrieron cárceles o campos de trabajo en la zona republicana, a los que fueron expoliados o depurados, a los que tuvieron que vivir escondidos, a los católicos perseguidos… Una memoria que comienza a entrar en los procesos de recuperación.
Curiosamente es la izquierda la que, con fines electorales, siguiendo los planteamientos genéricos de la ideología de la memoria, ha creado y alimentado el discurso del guerracivilismo (será el único cum laude merecido de Pedro Sánchez). Ideología que tiene como objetivo blanquear a la izquierda, cambiar la historia, y asentar la supremacía moral de la izquierda.
Y les había funcionado, y aún funciona en determinados segmentos de población, pero cada vez es más evidente que un número tan importante como creciente de españoles, especialmente entre los jóvenes, no solo muestra rechazo sino que también entra en los espacios de la reacción. Sin ignorar el plus que para ellos conlleva aparecer señalado como el enemigo por antonomasia de la izquierda española, que debe ser perseguido por los siglos de los siglos. Convendría no ignorar que es este efecto el que está moviéndose a favor de Francisco Franco.