Las discotecas son espacios de ocio donde la música es el eje central. Desde reguetón hasta rock, pasando por himnos festivos y canciones populares, la variedad de estilos es inmensa. Sin embargo, cuando se plantea la posibilidad de poner el Cara al Sol, la polémica está servida.

Existen dos posturas principales ante este debate: por un lado, están quienes consideran que esta canción no debería sonar en una discoteca por respeto a su carga histórica y simbólica que no encaja con un ambiente de diversión y desenfreno. Por otro, están quienes creen que su exclusión responde a una censura selectiva, mientras que otras canciones con mensajes ideológicos, violentos o polémicos suenan sin problema en los mismos espacios.

En este artículo nos centraremos en el segundo grupo: aquellos que practican la censura selectiva mostrando una total incoherencia en la libertad musical.

La paradoja de la libertad musical

Vivimos en una sociedad que presume de pluralidad y libertad de expresión, pero que en muchos casos impone límites según lo que resulta políticamente correcto. En cualquier discoteca pueden sonar temas con letras abiertamente denigrantes para la mujer, violentas o que glorifican el consumo de drogas, sin que esto genere controversia. Sin embargo, cuando se trata de poner el Cara al Sol, algunas voces exigen censura inmediata.

Si la música es un reflejo de la sociedad y una forma de expresión cultural, ¿por qué ciertos temas históricos deben ser vetados mientras otros, con mensajes mucho más cuestionables desde un punto de vista ético, son aceptados sin problema?

Un himno con valor histórico

El Cara al Sol es una pieza musical con un peso innegable en la historia de España. Más allá de cualquier connotación política, es una composición con un significado para muchas personas, al igual que lo son otras canciones de carácter ideológico que se han normalizado en la cultura popular.

Si en una discoteca pueden sonar canciones con carga política o reivindicativa —desde Bella Ciao, himno partisano italiano, hasta canciones de artistas con mensajes claramente ideológicos—, no hay razón objetiva para que el Cara al Sol sea tratado de manera diferente.

Coherencia en la selección musical

Si el argumento para vetar esta canción es su vinculación con una ideología concreta, entonces debería aplicarse el mismo criterio a otros temas que han sido utilizados en contextos políticos o que han sido himnos de movimientos ideológicos. Sin embargo, en la práctica, la censura selectiva solo afecta a ciertas expresiones, lo que demuestra que no se trata de una cuestión de evitar la política en la música, sino de imponer una visión parcial de lo que es aceptable y lo que no.

Las discotecas no son foros de debate político, sino espacios de diversión. Si se permite que en estos lugares suenen temas con todo tipo de mensajes, no hay justificación para excluir una canción por cuestiones ideológicas, especialmente cuando otras con mensajes igual de cargados (o incluso más controvertidos) son aceptadas sin problema.

Si una discoteca decide poner el Cara al Sol en su repertorio, debería poder hacerlo sin temor a represalias o controversias injustificadas, del mismo modo que suenan canciones de todo tipo de ideologías, estilos y procedencias. Lo contrario, sería utilizar también la música como un arma de censura selectiva.


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